San Juan Bosco Muchas veces, manifestó Jesús que elegía a Pedro como cabeza de su Iglesia y, cuando le anunció su caída, añadió luego: —“He pedido por ti, para que tu fe no se apague. Y tú, cuando te hayas convertido, confirma a tus hermanos”. Con estas palabras, el Salvador aseguró a Pedro que su doctrina nunca podría venir a menos, es decir, que su enseñanza sería infalible, y que a él y a sus sucesores les estaba cometido confirmar a los otros apóstoles y a sus sucesores en la fe. Esta suprema autoridad la confirmó el Salvador, después de la mencionada pesca milagrosa. Jesús dijo tres veces a Pedro: —“Simón, ¿me amas?”, y Pedro, otras tantas veces y siempre con más fuerza, contestó: —“Tú sabes que te amo”. Jesús añadió: —“Si me amas apacienta mis ovejas, apacienta mis corderos”. Este alimento simboliza la palabra de Dios; los corderos son los fieles que deben ser alimentados con todo lo que concierne a la fe, a las buenas costumbres y al bien espiritual de los cristianos. Misión de los Apóstoles
Al acercarse el tiempo en que el divino Salvador tenía que subir al cielo y entrar en su gloria, se daba prisa por interpretar las Sagradas Escrituras a los apóstoles y confirmarlos en la fe. Entre otras cosas les dijo: —“Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos”. Lo mismo les dijo otra vez cuando les encargó que fueran a predicar el Evangelio a todas las gentes, anunciándoles la penitencia y la remisión de los pecados; luego añadió: —“El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado. Os enviaré el Espíritu Paráclito que os he prometido; permaneced vosotros mientras tanto en Jerusalén hasta que hayáis recibido sus celestiales dones”. Ascensión de Nuestro Señor Jesucristo Dicho esto, llevados a la cima del monte de los Olivos y, una vez allí, extendió las manos, los bendijo y mientras los bendecía se levantó en el aire, hasta que una nube luminosa lo rodeó y lo escondió a sus miradas. Aún estaban mirando a lo alto, cuando se les aparecieron dos ángeles, y les dijeron: —“Varones de Galilea, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús que ahora habéis visto subir, volverá un día sobre las nubes lleno de Majestad”. Con estas palabras, aludía a la segunda venida de Cristo, el día del juicio universal. Así subió al cielo Jesucristo. Los Apóstoles en el Cenáculo Apenas nuestro divino Salvador subió a los cielos, los apóstoles volvieron a Jerusalén desde el monte de los Olivos y se retiraron en el Cenáculo, que era una gran sala donde solían reunirse para hacer oración. Allí, estaban con María Santísima y otros ciento veinte discípulos perseverando en la oración y esperando la venida del Espíritu Santo, que Jesús les había prometido.
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