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Origen obrero; modo igualitario de vestir; quiebra de tradiciones; y tendencia a la proletarización: características de este “pantalón americano” que se va transformando en el uniforme tribal de la sociedad postmoderna. Nelson Ribero Fragelli El periodista George F. Will escribió para The Washington Post un artículo en el que analiza la influencia ejercida por los blue jeans sobre quien los utiliza; y también sobre quien se habitúa a ellos, aunque no los use. George Will cita una colaboración del escritor norteamericano Daniel Akst, publicada por The Wall Street Journal, según la cual el blue jean es una señal de la profunda contradicción de un aspecto de la sociedad occidental, particularmente de la burguesía: “¿Cómo es posible que la burguesía se vista de un modo que no representa lo que ella es? Ese modo igualitario de vestir representa para los norteamericanos, ya sea el uniforme infantil de la nación, ya sea los paramentos sacerdotales de los secuaces del catecismo democrático que predica la igualdad entre todos”. En su artículo muestra el efecto nivelador e igualitario del jean. Y Daniel Akst, con la clarividencia habitual de los sociólogos norteamericanos, termina afirmando, de modo admirable, la existencia de una línea directa entre la Toma de la Bastilla y los blue jeans. ¿Qué línea directa es esta entre un acontecimiento político tan antiguo y un modo actual de vestir? Los revolucionarios franceses, al derrumbar la Bastilla, proclamaban entre otros errores la igualdad total entre los hombres: Liberté, égalité, fraternité. Visto que el blue jean se convirtió en un uniforme, “un modo igualitario de vestir”, Akst identificó de inmediato qué línea es esa. Las “pantalones azules”: origen en el ambiente obrero El blue jean surgió en el mundo obrero. Jakob W. Davis, trabajador en las minas de Comstock, en Nevada (Estados Unidos), es reconocido como el creador de los “pantalones azules remachados”, a finales de los años 60 del siglo XIX. Él creó una ropa resistente usando el mismo tejido de las carpas o tiendas de campaña, con un tipo de costura aparente utilizada entonces para sillones y arneses.
El obrero de las minas era frecuentemente rústico, sin religión, admitiendo pocos principios morales. Pegado al cuerpo, revelando formas anatómicas, el blue jean tuvo desde un comienzo una expresión de fuerza del trabajo y de juventud sexualmente activa. La revolución sexual, por lo tanto, estaba presente en sus formas. A partir de 1935, la propaganda pasó a exhibir también a mujeres vestidas con blue jeans. Anna Schober es doctora en Filosofía, escribe sobre Historia del Arte y vive en Viena. Publicó los resultados de su investigación sobre los pantalones azules, en un libro titulado Blue Jeans. Vom Leben in Stoffen und Bildern [Vida, tejidos y modelos]. Le sorprendió la constatación de que su historia es la de un inmenso esfuerzo publicitario para imponer una moda: el blue jean. El proceso de la difusión de los pantalones azules se confunde con la historia de las técnicas de propaganda religiosa e ideológica, a través de programas radiales, películas, revistas y paneles publicitarios. En uno de estos paneles, de 1946, aparece Marilyn Monroe vistiendo blue jeans y con el vientre al descubierto, una moda que solo se implantaría 50 años más tarde. El esfuerzo de la propaganda obtuvo resultado. El pantalón con remaches dejó el mundo del trabajo y se convirtió en un símbolo de grupos sociales. Ninguna otra pieza indumentaria, durante el siglo XX, fue tan propalada; a tal punto que, en cierto momento, se volvió uno de los símbolos del siglo. Tendencias contradictorias despertadas por el blue jean ¿Cuál es el efecto psicológico causado por el blue jean? ¿Qué tendencias despierta? ¿Crea un ambiente revolucionario? Las encuestas de opinión revelan que las dos primeras tendencias despertadas por esta ropa son: deseo de ser igual a todos y de ocultarse en la masa, haciéndose imperceptible, por lo tanto, siendo “como todo el mundo”. Sin embargo, si esa prenda da a quien la utiliza la sensación de imperceptibilidad, contradictoriamente causa impresión de notoriedad, al realzar las formas del cuerpo.
Inicialmente, durante la fase de lanzamiento, el blue jean atrajo a los espíritus apasionados por innovaciones, en razón de la ruptura con el gusto dominante, con la formalidad y con la tradición. Vestirlo, comportaba una crítica radical a la sociedad vigente. Imperceptibilidad y prominencia, he aquí la misteriosa contradicción suscitada por estos pantalones, que parecen proclamar: “¿Quieres ser diferente? Estandarízate”. Junto a estos dos estímulos psicológicos hay un tercero: la prenda evoca una “simpática” proletarización de la sociedad. Ese efecto de proletarización se refinó más tarde en los sucesivos modelos presentados por los fabricantes, primero desteñidos y luego rasgados y harapientos. Blue jeans: rumbo al uniforme tribal de la sociedad El modo de vestir, dice Plinio Corrêa de Oliveira, denota una preferencia por ciertos principios expresados simbólicamente por las formas del traje; y las almas son influenciadas mucho más por los principios vivos, contenidos en los ambientes y en las modas, que por las teorías filosóficas expuestas en los tratados. Según Anna Schober, el símbolo actúa particularmente en la vida cotidiana, impregnando los espíritus con el principio simbolizado. Y la idea que el pantalón suscita es la proletaria, y de un mundo en contradicción consigo mismo. Así habitúa las mentalidades al igualitarismo de sabor marxista y al absurdo propio del comunismo. Los trajes expresaron infaliblemente, a través de los tiempos, la mentalidad de quien los creó y utilizó. La diseminación de los “pantalones americanos” revela un prodigioso proceso de despersonalización de los pueblos. El blue jean se convirtió en un uniforme. Sectores enteros de la sociedad pasan a estandarizarse, llevados inicialmente por la rebeldía contra la mediocridad del mundo burgués. En un comienzo impuesto como la indumentaria de la era industrial, pasó en seguida a evocar el gusto juvenil por la libertad absoluta. Hoy, su atracción totémica se ejerce sobre todas las edades y lo transforma poco a poco en el uniforme tribal de la sociedad postmoderna.
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Descendiente de la Casa Real de David |
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Plinio Corrêa de Oliveira, cultivó desde su infancia, los más excelentes valores cristianos En estas líneas, intenté dar algunos trazos de cómo Plinio, desde niño, ya respiraba valores contra-revolucionarios. Con los años, él creció ultramontano— como eran llamados en el siglo XIX los católicos antiliberales y fieles al Papado—, monarquista, antimodernista, católico en todas sus manifestaciones. Con la lectura de autores como De Bonald, Donoso Cortés, Veuillot, y de numerosos santos como San Pío X, él explicitó y formuló de modo sistemático sus teorías, su Weltanschauung(visión del universo), aunque todas ellas ya existían en su alma en estado germinal. ¿Cómo esta germinación fue posible en una ciudad moderna, incrustada en el Nuevo Mundo? ¿Por una gracia especialísima de la Santísima Virgen? Ciertamente sí. Pero ello nos lleva a otras consideraciones: si Dios suscitó una personalidad como la del Dr. Plinio, ¿no será esto una primera gracia y un primer paso para un cambio radical en el rumbo de los acontecimientos? ¿No estará próxima la restauración de la civilización cristiana?... |
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