Se llaman de misericordia, porque no siempre estamos obligados a cumplirlas por un precepto positivo y de estricta justicia que así lo ordene; sino que queda a la prudencia y voluntad del corazón caritativo socorrer a sus hermanos indigentes. Pero no siempre son de pura misericordia. Hay circunstancias, ocasiones y necesidades en la vida del individuo, que la razón, la prudencia y el sentido común dictan ser graves o extremas, y entonces pasan a ser obligatorias de justicia por precepto natural y divino. Pues si por este derecho y por el cuarto mandamiento estamos obligados a amar al prójimo, lo estamos también a socorrerle cuando se encuentre en extrema o grave necesidad. Reglas generales sobre la misericordia La necesidad, ya espiritual, ya corporal, en que se encuentre el prójimo puede ser extrema, grave y común. Es extrema, cuando el prójimo se halla en tan grave peligro de condenación o de muerte, que moralmente hablando no puede remediarle sin auxilio de otro. Grave, cuando el peligro de alma o de cuerpo o de otro mal temporal es tan grave, que no puede remediarle sino con gran dificultad. Común, cuando puede remediarse fácilmente por el individuo con una diligencia ordinaria. Ahora bien, estamos obligados a socorrer al prójimo, aunque nos cueste sacrificio, en el orden siguiente: 1. En extrema necesidad espiritual, aun con peligro de nuestra vida, porque la vida eterna de nuestro prójimo es preferible a nuestra vida temporal. 2. En extrema necesidad temporal, aunque nos cueste grande molestia o incomodidad, porque la vida del prójimo es preferible a nuestras comodidades; pero no con extrema o gravísima incomodidad, pues la caridad bien ordenada principia por nosotros mismos, y el primer prójimo es el yo personal. 3. En grave necesidad espiritual o temporal, con mediana incomodidad, a menos que por justicia o piedad estemos obligados a sufrirla mayor. 4. En la común debe socorrerse con alguna aunque leve incomodidad, pues así lo exige el amor al prójimo, por una parte, y por otra puede librarse fácilmente de la necesidad, como sucede con los mendigos. 5. En la necesidad común es cuando estas obras se llaman de misericordia; en la extrema y grave son obligatorias de justicia (cf. E. Horcajo Monte de Oria, El Cristiano instruido en su Ley, Madrid, 1891, pp. 268-269).
|
Los Siete Dolores de María |
La Esperanza y la Caridad La Esperanza es una virtud con la cual deseamos y esperamos la vida eterna que Dios ha prometido. La Caridad es una virtud sobrenatural con la que amamos a Dios por Sí mismo sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos... | |
De los Novísimos y de otros medios principales para evitar el pecado La muerte es la cosa postrera que sucede al hombre en este mundo; el Juicio de Dios es el último de los juicios que hemos de sufrir; el Infierno es el mal extremo que tendrán los malos, y la Gloria, el sumo bien que poseerán los buenos... | |
Las Virtudes Cardinales Prudencia es la virtud que ordena todas las acciones al debido fin. Justicia es la virtud por la que damos a cada uno lo suyo. Fortaleza es la virtud que nos hace animosos para no temer ningún peligro por el servicio de Dios. Templanza es la virtud por la que refrenamos los deseos desordenados de los placeres sensibles... | |
De los Vicios Capitales y de otros pecados más graves El vicio es una mala disposición del ánimo a huir del bien y hacer el mal, causada por la frecuente repetición de los actos malos. Entre pecado y vicio hay esta diferencia: que el pecado es un acto que pasa, mientras el vicio es una mala costumbre de caer en algún pecado... |
Promovido por la Asociación Santo Tomás de Aquino